Don Manuel de Salas, gestor de la Academia de San Luis |
Una de las perennes preocupaciones de la humanidad, como ha
quedado manifiestamente claro en nuestro país en los últimos años, es la de la
educación. Werner Jäger, muy helénicamente, define la educación o paideia
como “el principio mediante el cual la comunidad humana conserva y transmite su
peculiaridad física y espiritual”. Ahora bien, esta definición, en sí, no aclara
por qué querríamos conservar y transmitir esa peculiaridad. Para entender esto,
cabe reconocer que nuestro modo de vida ha permitido a muchos ser felices; de
otro modo, no lo abrazaríamos como propio ni lo consideraríamos deseable para
otros. Aceptar esa costumbre es aceptarla para otros. Por ello, queremos este
modo de vivir para nuestros hijos, pues nos interesa que nuestros hijos sean
felices. De esta manera, perpetuamos para nuestros hijos el modo de vivir de
nuestros padres, con las modificaciones que nos parecen pertinentes según los
nuevos tiempos. La educación da las herramientas para que los hombres sean
felices.
La misma preocupación se encontraba, ciertamente, entre los
fundadores de nuestra república. El 24 de julio de 1796, el rey de
España, don Carlos IV, decreta la creación de la Academia de San Luis, recogiendo
la solicitud de don Manuel de Salas. No se trata de la primera institución de
enseñanza superior en Chile, como algunos han pretendido, puesto que la
precedieron la Universidad de Santo Tomás de Aquino (1622) y la Universidad de
San Felipe (1747). Pero se inscribe, claramente, en la línea de los esfuerzos
locales por desarrollar la educación que no solo se encontraban detrás de la
segunda fundación citada –resultado de las gestiones del cabildo santiaguino–,
sino también posteriormente de la Universidad de Chile (1842), de la
Universidad Católica de Chile (1888), de la Universidad de Concepción (1919), de
la Universidad Técnica Federico Santa María (1926) y de la Universidad Católica
de Valparaíso (1928), por nombrar solo las instituciones tradicionales. La
Academia de San Luis se destaca por haber implementado, por primera vez en
estas tierras, disciplinas técnicas como parte de su currículum, siendo sus
antecesoras fundamentalmente academias teóricas; en esto, también, se
anticipaba a la concepción utilitarista que forjó las universidades enumeradas
más arriba.
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