Don Eusebio Lillo, miembro de la Sociedad de la Igualdad |
La Sociedad de la Igualdad suele ser recordada en la
historia chilena, si se la recuerda aún, como poco más que una anecdótica
tertulia intelectual adelantada a su tiempo. En efecto, al reunir a individuos
tan disímiles como Francisco Bilbao, Santiago Arcos, Eusebio Lillo, Manuel Recabarren
y José Zapiola, resultaría difícil encontrar en ella un elemento unificador,
más allá de su progresismo. Quizás el que dictó el tono del grupo fue Bilbao,
uno de los propulsores de la idea de la unidad hispanoamericana en obras como La
América en peligro y El evangelio americano. Si hubiera que
adscribirles una posición común, correspondería decir que los miembros de la
Sociedad de la Igualdad enfrentaron el modelo portaliano de gobierno y
promulgaron las ideas ilustradas tanto cuanto les fue posible, simpatizando con
la revolución burguesa de Luis Felipe de Orleans. La persecución de estos
ideales, sin embargo, se planteó fundamentalmente en el ámbito de la discusión
intelectual, más que en la disputa política de la época.
No faltaron, sin embargo, momentos en los cuales el modelo
portaliano pareció cercano al fracaso. Uno de los más importantes fue la
designación de don Manuel Montt como candidato oficialista a la presidencia; en
otras palabras, como sucesor designado del entonces presidente don Manuel
Bulnes. Ahora bien, Bulnes, como su tío y predecesor don Joaquín Prieto, tenía
la doble ventaja de ser un hombre militar y un héroe de guerra; Montt, en
cambio, era un civil de carácter reconocidamente difícil e ideas firmes, que no
le bienquistaron con los grupos más liberales de Santiago ni con las elites
regionales de La Serena y Concepción. Cuando, en 1851, el coronel Pedro Urriola
se alzó contra Montt, don Eusebio Lillo, nacido el 14 de agosto de 1826,
se unió al motín. Su participación le acarreó la condena a muerte; sin embargo,
el hombre era un poeta, y había escrito, a sus precoces 21 años, aquellas
famosas palabras: “Puro Chile es tu cielo azulado...” Como autor de la letra
que acompañó a la música de don Ramón Carnicer, se le permitió el exilio en
conmutación de la pena de muerte.
La Sociedad, establecida el 14 de abril de 1850, no alcanzó
a cumplir un año antes de ser cerrada por orden del gobierno. Sus miembros,
tras el intento de golpe de Urriola, se dispersaron. Bilbao alcanzó cierto
éxito como conferencista en Europa antes de establecerse definitivamente en la
Argentina, donde murió a temprana edad. Lillo continuó en el ámbito público,
especialmente tras la llegada al gobierno del partido Liberal. Recibió diversas
comisiones de don Aníbal Pinto, antiguo amigo suyo, y de sus sucesores, pero en
general rehuyó la actividad política. Prefirió la intimidad de su casa en el
barrio Yungay, a la que se retiró una vez calmadas las réplicas de la trágica
Guerra Civil de 1891 y en la cual murió el 15 de julio de 1910. Aunque solicitó
que se le enterrara discretamente, su funeral fue un evento de magnitud
nacional, según describe don Fidel Araneda Bravo.